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lunes, 17 de agosto de 2015

Cuídale.

Cuídale y ten mil detalles que le hagan enamorarse una y otra vez. 

Hay muchas deseando estar en tu lugar y el te dio una oportunidad, 

te abrió las puertas de su vida y de su corazón y tú tienes que demostrarle cada día que mereció la pena. 

Cada día. 

A pesar de lo complejos y retorcidos que son los hombres, a pesar de que muchas veces no se entienden ni ellos mismos. 

Paciencia. 

En el fondo, se conforman con las cosas más sencillas. 

Cuídalo para que se sienta seguro, protegido, y que sepa que contigo nada malo puede pasar. 

Haz que se sienta preciosamente guapo, rebonito, súper valorado, querido, que siempre saque esa preciosa sonrisa que tanto te encanta y redescubrele por qué es especial, 

y entiende que nunca encontrarás a alguien igual. 

No lo digas que le echas de menos, ve a buscarle.

No le digas que le quieres, di que le adoras.

No le digas que te encanta su sonrisa, simplemente hazle tu sonreír.

Por eso cógele de la mano y no le sueltes, no dejes que se apague la magia, la chispa, ni las ganas de besarle a todas horas.

Cuídalo porque tu eres su mujer, su refugio, y tu única misión es hacerle feliz. 

Que nunca se te ocurra robarle una lágrima porque él te eligió para que le saques mil sonrisas. Dale razones para confiar y sé tu misma, ya ha conocido a muchos fantasmas. 

Ten algo que ofrecer, que aportar, y estate dispuesta a cambiar por él, si hace falta, 

porque se trata de complementarse y mejorar juntos. 

Cuídalo y conócele en su versión original, conoce todas sus manías, sus debilidades, sus caprichos, su canción preferida, su forma de pensar, de sentir y de reír. 

Cuídale porque, simplemente, es lo único que espera de ti.

Y viceversa.


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