Cuídale y ten mil detalles que le hagan enamorarse una y otra vez.
Hay muchas deseando estar en tu lugar y el te dio una oportunidad,
te abrió las puertas de su vida y de su corazón y tú tienes que demostrarle cada día que mereció la pena.
Cada día.
A pesar de lo complejos y retorcidos que son los hombres, a pesar de que muchas veces no se entienden ni ellos mismos.
Paciencia.
En el fondo, se conforman con las cosas más sencillas.
Cuídalo para que se sienta seguro, protegido, y que sepa que contigo nada malo puede pasar.
Haz que se sienta preciosamente guapo, rebonito, súper valorado, querido, que siempre saque esa preciosa sonrisa que tanto te encanta y redescubrele por qué es especial,
y entiende que nunca encontrarás a alguien igual.
No lo digas que le echas de menos, ve a buscarle.
No le digas que le quieres, di que le adoras.
No le digas que te encanta su sonrisa, simplemente hazle tu sonreír.
Por eso cógele de la mano y no le sueltes, no dejes que se apague la magia, la chispa, ni las ganas de besarle a todas horas.
Cuídalo porque tu eres su mujer, su refugio, y tu única misión es hacerle feliz.
Que nunca se te ocurra robarle una lágrima porque él te eligió para que le saques mil sonrisas. Dale razones para confiar y sé tu misma, ya ha conocido a muchos fantasmas.
Ten algo que ofrecer, que aportar, y estate dispuesta a cambiar por él, si hace falta,
porque se trata de complementarse y mejorar juntos.
Cuídalo y conócele en su versión original, conoce todas sus manías, sus debilidades, sus caprichos, su canción preferida, su forma de pensar, de sentir y de reír.
Cuídale porque, simplemente, es lo único que espera de ti.
Y viceversa.
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