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viernes, 12 de agosto de 2016

Perseida.

Gracias.
Gracias por enseñarme.
Enseñarme a valorar la importancia que tienen los "pequeños gestos", que sin lugar a entrar en dudas, son los más grandes.
Y es que las pequeñas sensaciones son las que provocan emociones gigantescas 
Enseñarme a vivir.
A querer vivir arriesgándome en mares de dudas infinitas.
A vivir. Solo eso.
Ya sabes, no todo el mundo sabe vivir.
No es saber estar, ni creer sentir.
Es hacerse sentir y querer sentirlo también.
Disfrutar cada momento, que como dicen, debe ser especial.
Paremos el tiempo.
YA.
¿Lo hemos parado? 
Bien, perdámonos en las miradas de miedo, frustración, odio y temor que inundan nuestros ojos.
Perdámonos, para poder así encontrarnos, de nuevo.
Cerrando un ciclo y abriendo otro.
Miremos más allá. 
Miremos para que nos vean no sólo por fuera, si no también por dentro. 
Porque para llegar a lo verdaderamente importante, se necesita querer saber más.
Mostrar mayor interés, comprender, escuchar ...
Mensajes, detalles con doble sentido ambiguo.
Algo bipolar, como tú.
No querer soñar, mejor despertar y volar. 
Respirar, no sólo con los pulmones, respirar aire tan puro que nos queme la tráquea.
Abarcar todo todo y más.
Sonreír a mitad de un beso, comernos enteros.
Confiar. Sobre todo confiar.
Sonreír de felicidad, sin porqués, o por alguien. 
Que piensen que tenemos locura en nuestra vida. 
Que piensen que estamos locos de remate, por todo lo que nos sale mal en la vida. 
Y todo lo bien que se nos da vivirla.

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