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viernes, 19 de agosto de 2016

Algo más.

Las cosas empezaron como empiezan todo lo malo y bueno que nos depara la vida.
Casi sin querer.
Como un punto de gracia a la vida.
Como una serendipia. 
Que si cine, mantas, vino, cervezas, risas, complicidad, miradas de ternura y pasión.
Besos que indicaban que querían borrar el pasado, o al menos hacerlo menos doloroso.
Ya sabes, todos tenemos historias que duelen, o a veces, pican.
Así, así pasamos días, y días y días, hasta que uno de los dos pidió algo más.
"¿Algo más?" 
Algo más de cerves? De vino? De tardes de domingo?
No, tan solo más.
Más de todo, también se podría decir.
Ese fue un punto de ruptura para que el terrero liso y perfecto, se combirtiera en arenas movidizas, y empezará a desnivelarse o al menos para uno de los dos.
Vinieron pretextos, regates, regañonas tontas, mensajes a deshora, llamadas que separaban más que unían...
Se empezó a cumplir esa Estupidas y absurda teoría de que "el amor son vasos comunicantes donde uno quiere y otro se deja querer"
Puta vida.
Injusta eres.
Al final. 
El corazón, que sin presupuesto alguno, se canso.
Al igual que te cansaste tu.
De perseguirme por las noches, de no encontrar las llaves que abrían mi alma.
Y de repente una de esas tardes-noches mágicas, después de semanas poniéndote excusas absurdas para no vernos.
Me enteré.
Me enteré que volabas en otro colchón, ese, que tantas veces esquive y que era mucho más cómodo que el mío.
Y que esa persona era mucho más mágica que yo. 
Y ahí, justo ahí.
Empecé a quererte.

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