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viernes, 25 de diciembre de 2015

Y punto.

Contra todo pronostico,
voy a buscarte. 
-Con el miedo de no encontrarte-
Voy a buscarte. 
Como busca la primavera al verano, 
el verano al otoño, 
el otoño al invierno,
y así.
No se si me explico, o más bien, 
no se si me entiendes.
Voy a buscarte en los atardeceres aranjados de Madrid, 
en las playas tropicales del Mediterráneo,
en las noches entre tintos y terrazas,
oscuras,
céntricas,
bulliciosas -y a la vez silenciosas-
Voy a buscarte en ultimas 
-y sobre todo en primeras- noches. 
En noches intensas. 
Irracionales.
Inolvidables.
Voy a buscarte en mitad del desierto, o en mitad del infierno.
Voy a buscarte, 
con sed y sin agua. 
Y esto, querido Mío, es solo para que lo sepas.
Para que sepas que voy a buscarte,
y que corremos varios riesgo, 
Yo el de alcanzarte y tu el de dejarte encontrar. 
-por mi-

Porque no sé si sabes que ...
a veces desearía poder espiarte, 
a escondidas,
y besar tus sombras, sin que te dieras cuenta. 
Espantar todos y cada uno de tus fantasmas, si acaso los tuvieras.
Observarte,
observar cómo lees, u odias leer mejor dicho.
Observar cómo subrayas cada línea que roza algún punto dentro de ti, 
y te excita. 
Ojalá pudiera verte enamorado, 
enamorado a solas, 
en silencio,
y besarte,
besar tu mejilla, 
o si se me escapara, en la comisura de los labios -un beso sin pecado-
Ojalá pudiera verte somnoliento, 
arisco, 
recién despierto de un sueño,
un sueño mucho más acogedor que la realidad 
-de tener que salir de entre las sábanas, 
cualquier sábado de resaca-.
Ojalá pudiera tocarte,
tocar todo tu cuerpo,
tocarte entero.
Saber que .. ¡Estás a salvo! 
Porque a salvo es como debes estar, 
tu cuerpo está vivo,
tú, estás vivo.
Y, mientras otras personas celebrarían que les dirigieras un par de palabras, yo voy mucho más allá; 
yo celebro a cada instante el milagro que eres, 
celebro que existes, 
que respiras,
qué estás,
y que estás en definitiva en este mundo, 
en mi pequeño mundo,
y que probablemente, esta vez no tenga miedo de que te vayas,
si no que este feliz porqué te quedes.
Y que te quedes de verdad, para siempre.
Porque voy a buscarte,
para que me cuentes cómo te has comido hoy el mundo,
Porque has nacido para eso, 
para comértelo entero.
Como tú bien sabes, 
siempre a mordisquitos pequeños.
Y ojalá que pasen años y tú sigas siendo,
el equilibrio que tanto me falla, 
la pizca de cordura que tanto me falta 
y el trocito de cielo,
que siempre anhelo.

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