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viernes, 25 de diciembre de 2015

Tú, siempre tú.

Me gustas -como dice Neruda- cuando callas y estás como ausente, cuando callas y estás como distante . . . 
Y es que en verdad me gustas cuando vienes y sin una sola razón clara te quedas. ¡Vienes para quedarte! 
Me chilla a voz en grito mi corazon a mi cabeza sonriendome hacia dentro, aunque tu no lo veas. 
Y también me gustas cuando te paras y disimuladamente me miras. 
Y yo claro está, te ignoro para que sigas.
Porque se que disfrutas del trayecto de tus pupilas hacia las mías, las cuales han dejado de tener mi color de ojos y cinscubrirse con el tuyo, dejando de lado mi nombre y apropiandose del tuyo.
Me gustas cuando crees que eres verano y tan solo llegas a ser invierno, un invierno calido a punto de estallar en mil pedazos de calor, con aires reinventados y planes sin establecer... como el olor a cafe por las mañanas, el lado frio de la cama en pleno mes de agosto, el olor a un libro nuevo, la tierra mojada en un dia de lluvia, bañarme en el mar en calma, el primer helado de temporada, un beso en la frente antes de dormir, la risa que mis amigas y yo desprendemos al vernos, reconocer la colonia entre la gente, reconocer tu olor, quitarme los tacones de 16 centimetros nada mas llegar a casa y sentirme volando en una nube.
Me gustas tu y con tus "arribas"en demasiados tejados y tus "abajos" en tan solo un sótano, mi sótano. 
Y me gustas porque ... te conviertes en una fuente de energía intransferible, me quemas unos instantes antes de abrazarme y no veo otra cosa que no sean los rayos de electricidad estática que despiertan cada una de mis neuronas.
Me gustas cuando me partes el cielo en dos,  y no digo como esos horribles dias que el cielo se parte para que caiga un chaparron, no, yo me refiero a esos dias en los que todo parece ir mal y el cielo se abre para que salga el sol, tú, metaforicamente eres el sol, el que abre el cielo, solo para  que yo pueda disfrutar del sol un rato más y alargar los días del invierno, los cuales se nos hacen cortos y eternos. 
Me gustas también, cuando me hablas con tu silencio a gritos lleno de palabras que transmiten más que cualquier vocal hablada.
Aunque me gustas mucho mas cuando me dices muy bajito, sólo para mi debil odio eso de..“no te quedes con ganas, quédate conmigo”.
Me gustas cuando, crees que estoy loca, y crees que estoy tan loca, que eso te llena de tal felicidad, que jamás cometes el error de no ser feliz.
Me gusta tu risa, tu sonrisa, que me hagas reír, llorar y feliz. 
Me gustas cuando, dentro de cada tormenta diaria, crees un hueco lleno de paz, hecho a medida solo para dos, y durante unos minutos las olas ya no resultan tan grandes ni los truenos tan fuertes.
Me gustas cuando me respondes a esas preguntas que no me atrevo a hacer y cuando me das la respuesta que sabes que  siempre he querido oir y tener.
Me gustas cuando, sin quererlo, tus despedidas pierden el sentido de la palabra y se convierten en eternas bienvenidas. Me gustas cuando, incluso antes de decirte no, sabes que es un sí sin duda alguna.
Me gustas cuando me lees de norte a sur sin perderte ni una sola de mis comas, y en tiempo récord hablas mi idioma. Me gustas cuando dices que buscarás una tumba de dos, que la distancia en nuestro caso está sobrevalorada. Me gustas en cada una de tus contradicciones. En cada uno de tus pasos. En cada una de tus rarezas. En cada una de tus taras. En cada una de tus vivencias. Y es que me gustas siempre. Siempre, tú.

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