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lunes, 21 de septiembre de 2015

Talones de Aquiles.

Dicen que no existe la falta de tiempo, que existe la falta de interés, 

porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se vuelve día, 

martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad.

Quien mucho espera, se decepciona y sufre. La verdad es que la falta 

de interés duele, y mucho. Va más allá de la decepción, son crueles 

punzadas de dolor en el estómago, como si algo por dentro nos desgarrara 

el alma.

La verdad es que tanto el tiempo como los daños nos cambian, haciendo 

que lo que hoy nos apetecía compartir mañana no nos resulte tan atractivo. 

No obstante, esto no justifica la falta de sinceridad ni de correspondencia 

con los demás.

Aceptar la falsedad del tiempo vivido

Tristemente, la falsedad y la hipocresía son tan resbaladizas que 

solemos encontrarlas en el rincón que menos esperábamos cuando ya 

es demasiado tarde. Normalmente, la esperanza de que alguien es lo que 

creemos conocer nos hace estar tranquilos cuando en realidad deberíamos mantenernos expectantes.

Entonces es cuando vienen los problemas, pues la verdad es que abunda la 

gente interesada y a nosotros nos cuesta abrir los ojos. Esto ocurre porque 

nos resistimos a creer que alguien a quien consideramos tan indispensable 

en nuestra vida no sea sincero.

Normalmente, las personas falsas o interesadas son aquellas que ni comen 

ni dejan comer y que cuando les pides explicaciones se enervan intentando 

evadir la confrontación que les hemos planteado.

En ocasiones perdemos el tiempo insistiendo en ver a alguien que no 

hace nada por vernos y en forzar situaciones que creemos necesarias.  

Solemos caer en el error de buscar sin permitir que nos encuentren lo que 

al final resulta en un maltrato a nuestra dignidad.

Cuando nos damos cuenta de esto, hay algo que se rompe en nuestro 

interior y nos invade una ola de decepción, de miedo y de tristeza. En ese 

momento, nos percatamos de que no podemos esperar a quien no quiere 

ser esperado.

Entonces empieza todo un duro proceso de protección que requiere que recubramos nuestra vida de comprensión y que prohibamos la entrada a 

todas aquellas personas que nos dañaron y se comportaron de manera 

interesada.

Rodéate de las personas que te gustan y sé feliz

Comprométete con aquellos valores que te resultan fundamentales

disfruta de la sensibilidad, de la bondad, del respeto, de la humildad, de la 

confianza y la fe, de la gratitud, de la sabiduría, de la sinceridad, del amor, 

de la amistad, del cariño y de la incondicionalidad.

Mantén cerca de ti la mejor realidad que conozcas, deshecha lo vil y lo cruel,

 no prestes atención a las personas toxicas, busca tu oxígeno, cuenta hasta 

tres y respira.Siente las bocanadas de aire psicológico y saluda a tus 

emociones.

Rodéate de toda esa gente que te hace sentir que el mundo es un lugar 

que merece la pena y que tu caparazón solo está contigo para que te 

resguardes en los días de lluvia. Rechaza en tu vida a todos aquellos que te 

hacen sentir menospreciado y que no te dedican ni un momento sin que 

tengas que rogarlo.

Libérate de todo lo que te aprisiona, y permite que la vida te sorprenda, sin 

necesidad de dañarte.

No esperes nada de nadie, espera todo de ti.

El resto llega, cuando menos te lo esperes. 

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