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lunes, 17 de abril de 2017

Raíces.

Me libro.
Me libero.
Me desato de las cadenas opresivas, y ajustadas de la redes sociales.
Si.
Opresivas porque oprimen ideas, 
Y ajustan tu libertad.
Que haces, cuando lo haces, con quien lo haces.
Tengo suerte!
Y si, tengo mucha suerte, porque mi trabajo no se basa en ser la que más likes, más followers y más visitas tiene en su perfil.
Tengo suerte, de que puedo decir adiós.
Que puedo desprenderme de todas esas mentiras.
Toda esa felicidad falsa, envuelta en filtros de color rosa.
No.
No quiero.
No quiero seguir viviendo así.
No quiero que mi carta de presentación sea mis fotos de instagram.
No quiero que mi intelecto se mida en los post maravillosos de Facebook.
No quiero tener 20000 millones de amigos que ven lo feliz que soy y los cuales tan solo 7 pueden decir que me han visto llorar.
No.
Me niego.
Me niego a prestar más atención al teléfono.
Y menos a la vida.
Que la vida se escapa mientras cotilleo los estados del chico que me gusta, de mis ex amigas del colegio, de mis compañeras de hospital, y universidad.
Que la vida se me va si veo que ese chico con el que empiezas, le da like a la foto de la chica con la que estuvo. 
Que la vida me rehuye cuando veo que mi ex ha vuelto con su ex, que mis mejores amigas salen con niñas que me caen mal, que la persona que odio tiene una vida idílica y perfecta, que esa, aquella es más feliz, más guapa y más afortunada que yo.
Que la vida se me pira cuando nos comparamos con las anteriores, con las amigas o con las que pueden ser.
Que me voy yo, cuando lo que leemos entre líneas, es simple casualidad en verdad, y nos rallamos pensando, creyendo que hay más.
Y no, no, tan solo es un estado, una frase, una canción, una foto. 
Tan solo es eso ...
Y vivimos enredados en mentiras, en una red de mierda, basura y trapos sucios.
Nos describimos por nuestros linkelind, por nuestros viajes y por nuestras ex parejas.
Somos materia de carne de cañón.
Somos eso que se pasa el día entero cotilleando a los demás. 
Alegrándonos de las desgracias ajenas.
No.
No tenemos vida.
Esto, eso.
No es vida.
Hay que tener algo más que un móvil, para enfrentarse a la realidad.
Y la realidad virtual, no lo es.
Cuando tienes un punto de inflexión, 
puede que solo así seas capaz de entender la puta y cruda realidad.
A este punto de inflexión lo llamaremos.
Raíces.
Proqur parece que de los árboles a veces brotan raíces y nunca nos damos cuenta.
Que esas son las que marcan el destino.
Y aquí, no ha habido un árbol, 
ha habido tres raíces.
Tres jodidas y putas raíces.



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