Bien decía Aristóteles que el ser humano era animal sociable por naturaleza, o más bien celoso por naturaleza, mejor dicho.
Queremos lo que no tenemos, y lo que tenemos no lo queremos.
Y así, circulo vicioso.
De vicios inacabados.
Queremos una relación perfecta.
Peeeeeeerfectaaaa,
idílica,
utópica.
Más dos cientos míl sinónimos de perfecto.
Que si a mi amiga la fulana -nótese la ironía del nombre- le regalo en la segunda cita el libro que ella quería, dedicándoselo y de paso bombones, flores, la llevó en coche al restaurante más bonito de Madrid y la beso tiernamente en la frente señalando que la quiere de verdad.
¿Y que?
¿Y que si a ti no te pasa eso?
¿Y que si tu príncipe ya no va en corcel blanco y aún está pagandos el coche que se le encapricho hace años?
Y que?
Y diez mil veces más, y que?
No pasa nada,
no pasa nada si encuentras a alguien que no sabe cómo expresar lo que siente, si no sabe cómo darte detalles para que veas lo que siente, si no sabe que es regalar cosas preciososa, y tiene gestos románticos de llevarte el desayuno a la cama, o a casa, de regalarte mil spas y salidas los fines de semana, de bañarte en flores rojas los domingos, de acostumbrase a tu música y regalarte ese concierto que tanto querías, o del festival que siempre has querido ir, de llevarte a fiestas y bailes con su familia y amigos, de sosprenderte y de leerte defeds cada noche antes de dormir, si no te lleva a comer y a cenar a los sitios más chic de la ciudad, y no viajáis por los lugares más increíbles del globo terráqueo, y que?
Lo material,
cualquiera puede comprarlo,
cualquiera puede cómprate ese cocaolat de tu viaje a Cadiz con esa persona y decirte "acuérdate de mí, cuando te vayas a Belgrado"
....mmmm mis amigas me dan también sus pulseras en la época de examenes.
¿Eso cuenta como amor verdadero?
Hoy puede que recuerdes como hace años los príncipes venían en corceles blancos, regalando las flores más bonitas de todo su reino,
y hoy,
hoy por desgracia nos topamos con pequeñas ranas de estanques que lo máximo que regalan es el tiempo que no invierten en si mismo.
Pero this is the live!
Los tiempos, la gente, la edad, las circunstancias ...
Han cambiado.
Todo ha cambiado.
Entre tú y yo.
Y esto que digo que no forme predisposición a opiniones.
Pero, que queréis que os diga, prefiero mil veces pasarme cuatro horas en mi portal, sentados viendo la vida pasar a las cinco de la mañana, que me venga a buscar a casa y recorrernos los lugares más mágicos e irresistibles de Madrid, cantar como locos, bailar, beber y disfrutar.
Terminar en el parque más feo de todo Madrid, y que me leas una carta que acabas de escribir, y me digas lo más bonito que jamás ni en todos los libros, he leído.
Bajar la gran vía corriendo y terminar en el templo de debod, justo para ver el atardecer.
Bajar al chino de la esquina y comprar las chucherías que más nos gustan, cebarnos, ponernos como auténticos cerdos y reír, no parar de reír.
Que las fotos de IG y Facebook se conviertan en recuerdos grabados en la retina, y se queden en cero.
Hablar, hablar y besar.
Mucho de todo, y un poco de todo.
Leerle,
leerle en braille y leerle en voz alta,
viajar, y navegar sin rumbo dentro de libros con páginas llenas de flores y besos escondidos.
Que mi ramo de peonias se convierta en las flores más frescas de todo el retiro, y que mi desayuno de ¡buenos días Matías! Sea en su cama y con sus labios.
Eso, eso.
Eso es lo que yo quiero.
Eso es lo que yo espero de un verdadero princeso.
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