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miércoles, 20 de enero de 2016

No es el tiempo el que pasa, pasamos nosotros.

Hubo un tiempo mejor.
Un tiempo en que nuestra bebida favorita era el Malibú con piña, 
el 43 con chocolate,
o los chupitos de tequila.
Nuestra preocupación más grande 
la de que colara el DNI que nos había prestado,
y pudiéramos entrar en el garito de moda,
o en la súper fiesta que hacían los "mayores".
 Ansiábamos que pasaran los días para que cambiaran esas fechas, 
y poder entregárselo al puerta con aire de superioridad y satisfacción, 
diciéndole con la mirada un ya no puedes tirarme
Al menos no por la edad.
Los mejores planes eran en los parques oscuros en pleno invierno,
vaya rasca hacia, y que bien nos lo pasábamos conociendo a "todo el barrio" 
o a toda la zona...
Los cartones de sangría siempre en la mano, 
y si había que celebrar algo ya si eso, comprábamos alcohol más caro.
Saboreábamos el humo de las cachimbas recién traídas de Túnez, 
y los cigarros que comprábamos sueltos en el chino de al lado de casa.
Reíamos junto a compárelos de instituto, 
vecinos de barrio, conocidos de otras fiestas , amigos de amigos...
Y así, todos los viernes y sábados.
Si llovía daba igual siempre que estuviera aquel puente que cruzaba la carretera bajo el que resguardarnos.
Probablemente nuca más has sentido tanto frío como en aquellas madrugadas polares.
Temperaturas bajo extremis con gente que ahora mismo ni reconoces.
Feliz con tus medias transparentes, 
con tus Peep toes de moda,
caminando de un lado a otro congelada, 
intentado encontrar un búho que te dejase cerca de casa, por no pagar un puto taxi.
Se, que seguramente recuerdes que ahora jamás incumples las normas, 
pero en aquella época, las reglas estaban para romperlas...
Tampoco creo que nunca haya sido tan fácil planear una locura de viaje, como aquel que se suponía que iba a ser de fin de curso.
Un viaje retrasado por unos cuantos años, o bien por no tener tiempo o bien por no tener espacio.
Por toda Europa, hablando todos los días con tus amigas en España, recorriendo sitios que parecían de cuentos de hadas, redescubriéndose uno a sí mismo.
Jamás se que jamás te habrías preguntado tantas veces como es posible que existan lugares tan increíbles, 
que la vida jamás te haya puesto tantas trabas en el viaje y las hayas superado con aquella que te peinaba todos los días desde hacía 8 años.
Aún se que seguro que recuerdas tus primeras noche por Madrid. 
Aquellas en las que peleabas como rocky por entrar gratis.
Y que luego te pateabas Madrid descalza a las 6 de la mañana.
Viendo amanecer o bien con chocolate caliente entre las manos, 
o bien con alguien entre los brazos.
Esas noches de sábado en las que movíamos el pelo de un lado a otro,
en cualquier antro de la ciudad, que cuanto más oscuro y pequeño, mejor.
Al que íbamos solo porque "Fulanito es relaciones y dice que nos pasa" 
Era la excusa perfecta para ver al chico que te gustaba.
Luego llegó la universidad, y fue un cambio brutal. 
Cambiamos los libros escolares por enormes manuales, 
bolígrafos de colores por portátiles,
sillas de metal verde por aulas grandes de madera.
Cuando el mayor agobio es tener que estudiar en Navidad, 
entre regalo y regalo, 
tener que ir a la biblioteca a encerrarte 24 horas.
Llena de estudiantes, de papeles, de Prácticas.
Malcomer, maldormir, malhumorada ... Y así y así..
Y sin darte cuenta,
los años van pasando.
La vida va avanzando.
Van viniendo nuevos compañeros, 
nuevos amigos, 
nuevos conciertos,
nuevos vecinos,
nuevos novios ...
A veces se van los de toda la vida.
Cambiamos las litronas de cerveza por copas de vino blanco en el sitio de moda,
La música a todo trapo por listas de reproducción más selectas.
Algunos empezamos ya a trabajar.
Otros se marchan lejos en busca de nuevas oportunidades.
Otros se independizan, llenadose de casa.
Vienen las obligaciones, 
las clases de las oposiciones, de las especialidades o del master.
Las prácticas.
La carrera a contrarreloj frente a currículum  que son bastante insípidos frente a nuestro mayores.
Otros se fueron lejos.
Algunos están en la punta del mundo.
Otros se quieren ir marchando.
Y algunos siguen luchando por las últimas asignaturas de la carrera.
Cuadrar horarios es impósible.
Planear viajes casi impensable, cuando ni siquiera podéis poneros de acuerdo en ir a cenar un día a la semana.
Y entonces, 
te das cuenta.
Te das cuenta de que,
las mejores cosas ahora son poder unirte con quien de verdad a ti te apetece ver.
Es reunir a la gente que más quieres, el día de tu cumpleaños, 
una comida en casa, 
o sobremesa interminable en el restaurante de siempre.
Cenas con copas, y más copas y más copas.
Y si nos oponemos tontos hasta luego salimos por ahí.
Tardes después de estudiar, dando paseos dulces.
Una llamada que termina en un "¿nos vemos ahora?"
Festivales de música que jamás cambiarías a "ludovico" al estudiar por eso,
pero es verano, y son mis amigos.
Mañanas de biblioteca que terminan en cine.
Tardes de latina que terminan en discotecas, o en parques -otra vez-
Te das cuenta que prefieres una conversación cenando a pasar la noche gritando en una discoteca con los babosos de turno y hablando a gritos a tus amigas.
Prefieres atardeceres en las playas con guitarra, cerveza, amigos y ganchitos a resacas horribles tirados en la cama toda la mañana.
Tardes de peli y manta, a pasar frío en columpios. 
Y claro,
claro que te das cuenta, 
de que las vacaciones ahora consisten en horarios de vuelos,
abrazos, y despedidas en aeropuertos.
Agendas apretadas, y casi ni conversaciones por WA.
Y justo,
justo ahí, te das cuenta que te has hecho mayor.
Que nos hemos hecho mayores.
Que te importan los que te aportan y que quieres a los que cuidas.
Que los que de verdad han estado y están,
y se cuentan con los dedos de las manos.
Y que puede que lleguen nuevos, 
pero los de siempre, 
siempre estarán y siempre serán.
Porque ellos son los de siempre.
Los que hacen que la felicidad sea real,
porque se comparte.
Y eso, aunque cambie la vida, 
las circunstancias,
las metas,
las ambiciones ...
Eso, 
no lo cambias,
por nadie y por nada.

sábado, 16 de enero de 2016

Mantente radiante, que yo, mataré monstruos por ti.

He visto el dolor en ojos ajenos,
y en los míos propios.
Desilusión,
desesperanza,
angustia,
jugarretas de la vida.
He visto trenes y buses irse a pesar de correr detrás de ellos como si nos fuera la vida en ello, 
-Y, efectivamente ahí iba muestra vida-
He visto sufrir,
ojeras de dolor y angustia.
He oído llantos de pena,
He sentido los pelos de punta,
porque la suerte de uno mismo,
siempre, 
siempre, 
la hallamos en el de al lado,
O en el de en frente.
He visto llorar, y he llorado.
Pero he visto seguir, 
avanzar,
nunca parar.
He visto huir de la pena,
con sonrisas,
felicidad,
y brillos de ojos -falsos-
"No, si estás triste llora, no pasa nada"
He visto tristeza, mucha tristeza.
Y sobretodo he sentido impotencia,
impotencia de no poder hacer feliz.
He visto y lo peor, 
lo he sentido,
la angustia de tener que parar,
de frenar,
de quedarnos quietos en un lugar,
de no querer avanzar.
Lo reconozco, lo he sentido.
Pero doy gracias,
gracias a la vida, por quitarme tanto.
Por jugármela tantas veces.
Porque aunque ella misma,
el destino,
y el mismito karma,
me la quiera jugar.
Me ha enseñado que las victorias cuanto más difíciles, más azúcar guardan al final.
Como los colacaos, el cacao siempre se queda abajo.
Y si, ahora me encuentro jodida y radiante.
Y esta vez, mucho más lo segundo que lo primero.
Jodidamente feliz.
Por eso, 
sigue manteniendote radiante,
porque yo,
prometo,
y te vuelvo a prometer,
que yo,
mataré monstruos por ti.

domingo, 10 de enero de 2016

Prometo.

Prometo.
Yo, prometo.
Prometo olvidar.
Olvidar, perdonar y sobre todo agradecer.
Agradecer mucho y a muchos. 
Prometo decir no” cuando quiero decir “no”. 
Y, decir “sí” cuando de verdad lo sienta. 
Prometo.
Prometo ser más sincera conmigo misma,
y más honesta con el resto. 
Prometo no guardar un sentimiento. 
Prometo no acostumbrarme nunca, 
y aquí, te incluyo. 
Prometo decir todo lo que me apetezca. 
Prometo no preocuparme de lo que se me escape de las manos. 
Prometo no dar explicaciones que no van a ser entendidas. 
Prometo no excusarme. 
Prometo buscar ese par de zapatos que demuestren el esfuerzo por haberlos conseguido. 
Prometo adquirir ese vestido que me salvaría de una noche no planeada y de una entrevista de trabajo.
Prometo viajar más. 
Mucho más.
Volver a sitios los cuales han sido partícipes de instantes de perfección.
Volver sola, con aquella compañía o con compañía nueva,
pero volver.
Prometo tener presente que, 
igual que un día se está arriba, 
también hay etapas para estar abajo. 
Prometo sobrevivir al cambio. 
Prometo no ocupar el lugar que no me pertenezca,
ni asistir a lugares donde no haya sido invitada. 
Prometo contar hasta cien y no decir nada si lo que vaya a decir, 
como dicen, 
no merece más que mi silencio. 
Prometo despertarme por si lo necesitas. 
Prometo aprovechar los domingos. 
Prometo no beberme cada noche de sábado. 
Prometo pensar menos en el futuro. 
Prometo buscar cada término que desconozca. 
Prometo preocuparme sólo por aquello que requiera mi interés. 
Prometo darte un beso de buenas noches. 
Prometo no marcharme sin decir te quiero. 
Prometo limar las esquinas del cuadrilátero que tengo por cabeza. 
Prometo despejar la y, la x y hasta la z de la ecuación más difícil que se me presente. 
Prometo coger menos el coche y caminar más. 
Prometo cepillar tu pelo cuando tu artritis no te deje. 
Prometo taparte cuando no haya abrigo que te envuelva. 
Prometo recordarte mi nombre cuando lo olvides. 
Prometo escribir más. 
Prometo reír cada día. 
Prometo dejar de darle tres mil vueltas a un pensamiento que sólo requiera una. 
Prometo sentir cada kilómetro. 
Prometo llevar un bolígrafo en mi bolso. 
Prometo memorizar tu número de teléfono. 
Prometo escuchar más los consejos. 
Prometo quedar más con mis amigas, 
y mis amigos.
Aquellos que quiero y que me quieren incondicionalmente.
Prometo ir más al cine. 
Prometo no dejar que me cuenten la película. 
Prometo aprender cada día. 
Prometo cerrar el libro que ya se acabó. 
Prometo rechazar lo que no me haga bien. 
Prometo utilizar el rojo y el fosforito. 
Prometo decir “basta” cuando ya no pueda más. 
Prometo sorprenderme. 
Prometo aceptar lo que termina. 
Prometo hacerle frente a esa realidad. 
Prometo pensar como aquellos sabios que recitan mis libros de poesía, cultura clásica e historia. 
Prometo visitar La Habana, Alaska y Tailandia. 
Prometo acompañarte a ver una aurora boreal. 
Prometo no sentir frío a -20 grados porque tengo recuerdos que me abrigan. 
Prometo no vivir la soledad, 
pero darle la opción de que me acompañen.
Prometo actualizar mi lista de “pendientes”. 
Prometo tiempo.
Mucho tiempo,
para aquello que tan solo lo requiera,
y que a cambio me satisfaga con mi mayor deseo,
Felicidad.
Felicidad a tiempo completo y real.

martes, 5 de enero de 2016

Time.

Quizás esto,
todo esto que vivimos,
tenga fecha de caducidad.
Soy consciente, 
muy consciente,
porque no sabemos si cualquiera de los besos,
de estos besos que nos damos,
puede que seá el último
ó,
si quizás, 
no tengamos la oportunidad de volver a despertarnos juntos. 
Por eso mismo, 
cada noche, 
aprovecho para mirarte mientras duermes, 
aprovecho para acariciarte el pelo, 
aprovecho para contarte todos,
todos,
y cada uno de tus lunares... 
y es en esos momentos,
justo en esos momentos
yo, 
pararía el tiempo. 
Pararía el tiempo para que esa fecha en la que esto termine,
no llegue, 
no llegue nunca.
Pararía el tiempo cada vez,
que te veo despertar, 
pararía el tiempo cada vez,
que me miras fijamente, 
pararía el tiempo cada vez,
que sonríes.
Porque ...
quizás esto que vivimos 
tenga fecha de caducidad, 
por eso, 
cada vez que puedo, 
intento agarrarte la mano, 
intento capturar tu aroma, 
intento abrazarte por la espalda. 
Quizás si, 
quizás tengamos esa fecha y por eso te pido que aprovechemos, 
que riamos, 
que saltemos, 
que corramos por las calles, 
que paseemos, 
que hagamos locuras,
de esas que tanto me gustan, 
que hablemos de todo y de nada, 
que nos miremos...
que seamos felices, 
muy felices,
completamente desdichados por tenernos.
Porque ...
quiero, 
que si llega esa fecha, 
si es que la tenemos, 
hayamos consumido todas nuestras energías en el otro, 
que no nos queden ni risas 
ni caricias en el olvido, 
ni abrazos,
ni besos por dar,
y mucho menos que no nos queden miradas,
ni palabras por decir. 
Aunque también espero que no seamos como los yogures, 
que caducan y adiós.
No,
yo espero más de nosotros.
Más de ti.
Espero mucho más,
Y,
Espero que seamos como Alicia,
en el país de las maravillas, 
porque así estamos nosotros,
donde no existe,
ni tiempo, 
ni fechas,
ni horas...


"Jure contar nuestra historia, 
y no contar la verdad"

lunes, 4 de enero de 2016

La mala costumbre.


"La mayoría de nosotros vive pensando que esto será eterno. 
Que somos inmortales y que las desgracias solo le pasan al de al lado. 
Vivimos inmersos en una ignorancia que nos hace débiles y solo lamentamos lo ocurrido cuando ya es demasiado tarde.
Y es que…
Tenemos la mala costumbre de dejar para luego, de reír poco y de querer hacerlo mañana. 
Tenemos la mala costumbre de echar de menos, en lugar de hacerlo de más. 
La mala costumbre de usar los luegos y no los ahoras. 
Luego te llamo, luego te escribo, luego te contesto, luego nos vemos. 
Y obviamente nunca llamó, nunca escribió, nunca contestó y nunca fue visto. 
Tenemos la mala costumbre de querer tarde. 
De valorar tarde. 
De pedir perdón demasiado pronto. 
Debería haber un número máximo de perdones. 
Perdonar nos hace grandes, de acuerdo, pero cuando tienes que perdonar todos los días, al final un lo siento se convierte en el comodín de cualquier pretexto injustificado, innecesario e inmerecido. Tenemos la mala costumbre de defender al malo y descuidar al bueno. 
De contar mentiras tra la rá y de tener que hacer un máster para descubrir verdades. 
Mantenemos en nuestra vida “amigos” porque sí y llenamos nuestras agendas de compromisos a los que realmente no queremos ir. 
Tenemos la mala costumbre de sentirnos mal por decir no y de creernos mejores por decir si.
Tenemos la mala costumbre de esperar a un cáncer, a una mala noticia o a una llamada de que alguien querido se nos fue, para tomar las riendas de nuestra vida y empezar a apreciar cada puesta de sol, cada mañana que te levantas de la cama y cada luna que abrazas en tu almohada. 
Tenemos la mala costumbre de usar el descuido a diario, olvidando que los pequeños detalles importan, que los pequeños detalles construyen grandes caminos y que cada lunes, puede ser el mejor día de la semana. 
Tenemos la mala costumbre de quejarnos por todo, de culpar siempre al otro porque claro, tú eres un ser perfecto y nunca, nunca, haces nada. 
Siempre es la parte contraria. 
Decimos muy pocos te quieros y hacerlo por primera vez es como “buf que va, no vaya a ser que se asuste”. 
¿Asustarse de qué? 
¿Cómo una persona puede asustarse porque alguien le quiera?.
Asústate si algún día te vas a la cama sin sentir que quieres a otra persona.
Asústate el día que te vayas a dormir sin decirle a esa persona lo importante que es para ti.
Asústate cuando no le des besos a tu madre y a tu padre.
Asústate cuando seas incapaz de abrazar a alguien y sentir esa sensación tan extraordinaria que producen los abrazos.
Asústate cuando las defensas de tu cuerpo se hayan vuelto inmunes al dolor ajeno.
Y cuando veas una injusticia y no hagas absolutamente nada para remediarlo.
Asústate cuando pases un solo día sin ayudar a alguien.
Asústate de verdad, porque créeme. 
Estás muerto.
Y es que…
Tenemos la mala costumbre de trabajar demasiado, de cargar con una mochila llena de cosas innecesarias y de comer más de lo que nuestro cuerpo necesita. 
Tenemos la mala costumbre de creernos mejores que los demás, de bailar poco, fumar mucho y respirar a medias. 
Tenemos la mala costumbre de ir caminando por las calles de nuestra ciudad mirando al suelo, o a nuestro teléfono móvil. 
¿Alguna vez te has dado cuenta de lo bonitos que son los edificios de esas calles por las que pasas a diario? 
Por no hablar de la luz de las estrellas.
Tenemos la mala costumbre de empezar el gimnasio la semana que viene. 
De cuidarnos cuando ya es demasiado tarde y de tomar vitaminas cuando estamos enfermos. Tenemos la mala costumbre de creer que el pelo de aquella es mejor que el nuestro. 
Que su suerte es nuestra desdicha y de compararnos como si fuésemos presa de alguien que busca en comparadores de Internet. 
Tenemos la mala costumbre de medirnos por nuestros estudios o por nuestra altura. 
De confundir la belleza con la delgadez y de creernos que no somos capaces de conseguirlo, porque alguien una vez así, nos lo hizo creer. 
Y no fue nadie más que tú mismo.
Tenemos la mala costumbre de apuntarnos a clases de idiomas, cuando ni siquiera dominamos el nuestro. 
De querer conocer mundo y viajar lo más lejos posible cuando aún, nos quedan lugares maravillosos por descubrir en nuestra propia tierra. 
Tenemos la mala costumbre de comer animales, de contaminar el mundo y de lavar la ropa en vez de nuestras conciencias. 
Tenemos la mala costumbre de escuchar poco y hablar demasiado. 
De dar consejos y juicios de valor sin ser conscientes del poder que pueden llegar a tener nuestras palabras. 
Dejamos demasiado pronto y tenemos muy poca paciencia. 
Objetos de usar y tirar, sin importarnos lo más mínimo su destino. 
Tenemos la mala costumbre de creernos que lo sabemos todo. 
Cuando realmente, no tenemos idea de nada.
Wasapeamos mucho,
dormimos demasiado
y follamos poco.
Nos pasamos media vida o vida entera, soñando esa vida perfecta que nos gustaría tener. 
Cuando somos ajenos a que realmente la vida perfecta es ahora. 
Es cada momento, cada instante de los segundos que marca el reloj de tus días. 
Es cada oportunidad, cada sonrisa, cada beso y cada vez que te enamoras. 
¡ENAMORÉMONOS TODOS LOS DÍAS DE NUESTRA VIDA! 
Happiness is a lifestyle, 
love is a journey,
dreams become reality, 
sadness is a decision 
& reality is like a dream. . .
No pongas barreras a tu corazón y deja los prejuicios para aquellos que llevan el cartel de cobarde escrito en tinta permanente. 
Ni con disolvente se va.
Empieza a acostumbrarte a esta vida que a veces es dura. 
Terriblemente dura. 
Pero no te lamentes ni te vayas nunca a la cama habiendo hecho daño alguien. 
Habiendo dejado para luego esos ahoras que nunca llegaron. 
No habiendo cumplido ese sueño que tanto querías, no habiendo hecho unos kilómetros de más ese día porque tu cuerpo estaba cansado. 
No permitas que alguien fallezca para luego recordarlo y decirle mirando su foto, cuánto le querías.
 No dejes que la rutina o la sensación de eternidad descuide lo verdaderamente importante de tu vida.
En definitiva, no dejes que la mala costumbre sea la invitada de honor en los días que te quedan por vivir a partir de hoy.
Quiere ahora, no mañana."

MicroCuento.

Él,
ya se disponía a marcharse, 
se hallaba en el umbral de la puerta de salida, 
vestido,
tal y como había llegado hacia unas horas. 
Ella,
hablaba por teléfono, 
nerviosa, 
de arriba abajo, 
de abajo arriba, 
por todo el pasillo. 
Colgó,
 respiro hondo y se dispuso,
correcta y erguida hacia la puerta donde se situaba él. 
Se coloco en frente suya, 
le analizo de arriba abajo, 
analizando cada detalle, 
cada pequeño, ínfimo, detalle suyo, 
Él, sonreía discretamente porque ya sabía que otra vez le estaba grabando en su mente, 
para así, 
no olvidarlo, nunca.
`¿De verdad que no te puedes quedar un poco más? .. Mira como llueve, te vas a calar´ 
dijo ella presuntuosa e insegura mientras abria la puerta del salón, 
para que observara la calle. 
Siempre pasaba igual, 
siempre cuando él ya se disponía a marcharse, 
ella buscaba cualquier excusa para retenerle, 
para que jamas se fuese. 
Está vez, 
la excusa funcionó ya que afuera llovia torrencialmente, 
y aunque viviese cerca y tuviese el coche al lado,
él, no llevaba paraguas.
Él, cerro la puerta, 
asintió con la cabeza y la siguió hasta la habitación. 
Pasaron el pasillo, 
un pasillo de no mas de 3 metros. 
Cuando llegaron, 
ambos se sentaron en el borde de la cama, 
aún deshecha ... y comenzaron a hablar. 
La lluvia se podía oir a través de la ventana y ese ruido hacia más amena la conversación. 
La verdad que hacia varios meses que no hablaban tan seguidamente, 
ella le miraba y el sonreía abrumado.
Paso el tiempo, 
él se levanto decidido y dijo esas palabras tan temidas y horribles 
`tengo que irme, es tarde´.. 
pero está vez parecieron tan cortantes que la estrujaron el alma y la sonrisa. 
Se quedo parada mientras le veía como se acercaba al pasillo de la casa, 
veía como se iba, 
como otra vez, 
otra vez mas, 
se marchaba, 
como desaparecia, 
como se esfumaba de su vida… 
entonces, 
algo dentro de ella  hizo que la rabia contenida saliese y chillase 
`NO, NO, NO..´
se giró y la vio, 
estaba radiante,
radiantemente guapa.
Jamás la había visto así, 
casi irreconocible,
sentada en el borde de la cama, 
con la tez serena, 
su precioso pelo oscuro, 
sus labios carnosos y rosados,
y su mirada -esa mirada..- puesta en el. 
No hizo movimiento alguno, 
tan solo volvió a repetirlo 
`no, no, no..´ 
hizo una mueca y siguió. 
Ella se levanto y fue hasta él 
`¿Sabes que?..solo, he echado de menos a dos personas en mi vida, una de ellas ya esta muerta y jamás la recuperaré. Y la otra al igual que me da la vida cuando le veo, la pierdo cuando se va, esta aquí, eres tú.
Se quedo perpejlo, 
no sabía a que venía aquel ataque tan arrebatador de sinceridad. 
`Ya hemos hablado de esto.. no sigas anda, dejalo´
la miró y siguió. 
'NO, AHORA ME VAS A ESCUCHAR…´
dijo ella, saliendo de la haboitación. 
Él ya estaba en la otra punta del pasilllo, 
encendió la luz y él se giro. 
Cada uno en un extremo, 
cada uno observaba al otro, 
como cuando unos luchadores de sumo se observan, 
como cuando intentan descubrir el talon de Aquiles de su oponente, 
permaneciendo firme y sereno, 
ninguno de los dos pronuncio palabra, 
ella temblaba, 
y no pudo evitar desprender una lagrima, 
pro solo una por su ojo derecho
'Te odio, te odio muchísimo…´ 
le dijo agachando la cabeza.
Él, la miro, agacho la cabeza y ya se disponía a irse cuando oyó que le dijo, 
'no, ya no, si te vas, no vuelvas' 
Él se giró y la volvió a ver,
otra vez ese brillo en la cara y en los ojos tan extraño,
tan extraño que la hacía guapísima, y radiante.
A él, le empezaron a temblar justo en ese momento,
las manos,
se le empezó a secar la boca,
se le formó un nudo en el estomago,
Cerró la puerta de la calle de un portazo.
Fue hacia dónde estaba ella,
La beso en cada una de las lagrimas que desprendían sus ojos y corrían a través de sus mejillas.
Llegando así, a los labios.
La levanto despacio la cara,
hasta que sus miradas se cruzaron,
la miro a los ojos y la dijo.
"Odiarme, implica una forma preciosa de en realidad amarme como nadie más hace"
Verdad.
Verdadera.
Tan verdadero como cuando estás en un tsunami emocional, 
que hace encontrarnos en el éxtasis, 
y de repente en el infierno, 
una tortura, 
exasperantemente deliciosa.