En el fondo, muy en el fondo. Creo. Firmemente creo, que esas personas que se dedican a analizarlo todo tienen un complejo enorme, un enorme complejo que esconden detrás de esas listas del control, de esos cuadros perfectos llenos de horarios, citas, quedadas, de esos gráficos tan sumamente bien estudiados. Si, eso creo. Y no, no quiero que me malinterpretéis, sé que yo soy un desastre y el orden dice mucho de alguien y conmigo está en un continuo silencio, silencio que abruma, aveces, que me parece estupendo y lógico que el ser humano en un intento de no perderse en lo inabarcable de la realidad tome un puñado de palabras y las disponga ordenada y perfectamente colocadas en una enciclopedia, hoja, lista, cuaderno... creyendo así que controla, que tiene el control... pero es que, de ahí a creer que en las palabras está toda la realidad que significan, hay un paso, uno, muy pero que muy grande.
Por eso me da rabia, me da un carajo de rabia escuchar cómo se habla de “amor” al igual que se habla de la paella valenciana. Os juro, que habré leído un millón de definiciones sobre la palabra “amor” y justo ahora me viene a la cabeza una imagen de mi querida Carrie Bradshaw en “Sexo en Nueva York” cuando trata de escribir lo que el amor significa para sus fieles y hormonales lectoras, y lo que sucede (por suerte o para otros por desgracia) es que el papel queda en blanco, totalmente en blanco con únicamente una pequeña mancha en la esquina en la que se aprecian dos palabras: “Love is”. Y si, es que lo mejor de todo es que ni para ella, ni para el director, ni para nadie, que pueda saber apreciar que acaba de escribir, probablemente, lo más profundo que nadie pueda decir sobre el amor.
El amor es. Eso es lo único que tengo, y que todos debemos tener claro. El amor es eso, es ese deseo de que algo sea, un ser pleno, puro, en estado puro, y ya. Ya me callo, porque si algo tengo claro es que cuanto más se escribe sobre esto, muchísimo más lo desgasto. Y me parece un gesto feo e inconsciente. Por mi parte.
Por eso cuando algo va mal, en cualquiera de los sentido que tengan que ver con la palabra, el gesto, el hecho, o el sentimiento del amor…, y ahora es cuando los hombres, tanto aburridos como sin aburro, creen que hablo de un romance, de un romance verídico, iluso, e irreal, sacado de un cuento Disney y se ponen a comentar preocupados por mi vida sentimental, así que -por qué no- aprovecho para saludaros. Con este pequeño inciso, me dispongo a continuar, que vaya, se me va el santo al cielo y no me concentro ... Continúo, por eso, por eso es que cuando algo va mal, en cualquier sentido que tenga que ver con el amor, cuando la realidad se me escapa, cuando la vida se me va, cuando el estomago se me estruja y las palabras se me quedan cortas, yo me pongo a ver películas de ciencia ficción. Pura magia.
Porque, podemos tener a aquellas, y aquellos también quienes cuando están al borde de la depresión mas profunda, porque un susodicho jugo con los sentimientos mas escondidos antropologicamente dados en nuestro ser, ese alguien se mete en vena una buena sesión de Bridget Jones, y películas que poco cortas quedan de que den subidas de azúcar instantáneas, acompañadas de la discografía entera de Alejandro Sanz y Alex Ubago y alimentándose a base de kilos y kilos, de Ben & Jerrys, y no yo no soy nadie para criticar, nada de quién hace qué, o que hace qué, con sus ganas de dejarlo todo, pero os recomiendo altamente un método mucho mejor. Cuando no tengo ganas de salir, cuando dejo de comprender algo, cuando me quedo en silencio por no tener nada bueno que decir, leo el diccionario, me empapo de palabras nuevas, me enchufo una buena sesión de cine sobre mi carrera, sobre psicológica avanzada, da igual, da igual de que sea, toco el piano, canto reguetton y escribo .... Supongo que todo esto, sin mas, me proporciona seguridad una seguridad de saber que mañana tendré una respuesta más o menos tranquilizadoras sobre la realidad, una verdad sobre lo mas real que hay. Porque es que es cierto que por muy perdidos que estemos, por muy angustiados que nos hayemos, la suma de una unidad con otra, siempre, siempre, siempre equivaldrá a dos unidades. Siempre, y de veras llamadme loca, o Carli, da igual. Que lo mas gracioso de todo esto es que las mates y yo nunca jamas nos hemos llevado bien y ahora, así, sin comerlo ni beberlo a mí me hacen respirar,
A donde quiero llegar es el punto que va mucho después de todo eso, de todo ello. Una vez que ya estoy hasta arriba de efectos especiales, de droga pura en el torrente sanguíneo recorriendome entera, ya convertida en una yonki me saturo y pienso, pienso fríamente en que “No puede ser tan complicado” en que todo esto no debería ser tan complicado, y me veo a mí misma repitiendo, repitiendo una y otra vez la maldita frase: “El amor es” y una, y una y una y otra vez. Porque al final es lo que es, y esto es lo que es, y se sabe que está detrás de todo, y hay quien lo equipara a un estado emocional pasajero, a un deseo inigualable y casi inelegible e incluso a un intenso sufrir, sufrimiento intenso pero lo que se o mejor dicho lo que creo saber, es que hay una cosa que esta clara y es que el amor es, tan solo es, y después de una buena dosis de realidad, de verdad, esta frase adquiere mucho, muchísimo más sentido, para mí y para siempre.
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