Me gustan los regalos caros.
Que si un beso robado.
Que si una carta escrita a mano.
Que si un "vuélvete estoy detrás de ti" que te dicen por teléfono cuando crees que estas súper lejos.
Que si una canción, nuestra.
Que si una nota, un beso en la frente después de apartar mis mechones de la cara.
Que si un paseo por Madrid, un paseo en bicicleta...
Esos, para mí son los regalos más caros que hay.
Los que producen sonrisas que valen tantos quilates, que tienen precios desorbitada mente prohibidos.
Me gusta el desorden.
El desorden de tu pelo, y tú mirada.
Enfocando tus ojos a mis labios.
El desbarajuste que tiene tu cabeza, tu mente, eso que provoca que sonría.
Que si, lo sé, me he vuelto muy sibarita.
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